Hace unos años ya recorrimos esta zona del pirineo navarro por nuestra cuenta, fuera de carrera. Es otro de esos enclaves de los que siempre has oído buenas críticas. Carreteras y pueblos tranquilos, praderas y puertos infinitos, con las ventajas de ser una zona a la todavía no ha llegado una afluencia masiva de turistas. Una vez más, una joya para los “cazatalentos viajeros”.

Primera noche, en una pensión rural en Burguete, impecable pueblo que, según nos cuentan fue completamente remodelado tras un incendio de otro siglo provocado durante una boda por un cohete que no supo expresar la alegría con la que fue lanzado.
Como siempre, a la mañana siguiente nos ponemos en pie antes de que salga el sol, y ponemos rumbo a Otsagabia, a unos veinte minutos, donde ya, más tranquilamente desayunaremos y recogeremos los dorsales para la carrera.
Con el buche lleno y el dorsal a la espalda, llenamos los bolsillos del maillot, cremas varias, ajustamos los zapatos, casco, gafas, guantes, ¿me dejo algo? A la montura.

Incorpora todo aquello que me atrae de la bici, de una forma menos violenta y competitiva. Durante el recorrido no se tomarán tiempos, ni puestos, es un recorrido libre, salvo la ascensión a Larrau. Es algo aconsejable y necesario. Aconsejable por que es la forma optima de publicitar el paisaje y pueblos de la zona, no hay presión competitiva a pesar de que todo huele a ciclismo. También es necesario, ya que no siempre los lugares más bellos tienen las carreteras con el mejor firme o la anchura más adecuada. Este recorrido sería espeluznante en carrera. Mejor así.
Sin embargo la competición también es necesaria, por ello tendremos ocasión de “sacarnos los ojos” en la cronoescalada de Larrau.

A lo largo de la mañana, todos intentamos hacer el recorrido a nuestro ritmo, reservando fuerzas para el petardazo final. Eso si, que me expliquen a mi como se hacen 115 kms con 9 puertos, incluyendo el Errozate y sus rampas “reservando fuerzas”, me parto.
El primer punto conflictivo viene de camino a la fábrica de armas de Orbaizeta, donde nos meten por una pista de hormigón de unos 1500m en los que el porcentaje de las rampas no bajará del 18 o 20%. Hay que subir despacito, jeje, hay que reservar… Como si se pudiera subir deprisa… Solo hay una velocidad, la que te permita no caerte de la bici…que majetes estos de la organización.
Tras unos cuantos puertos más, llegamos a Errozate. Me quiero morir. No se cuantos kms tiene, parecen 350. Es una subida a base de escalones, rampa-descansito. Lo malo es que los descansitos no creo que bajen del 10%. Algunas rampas pasan del 20%.
No sé por qué, me dan dos tirones en los dos contramuslos, será que no estoy acostumbrado a subir los puertos “reservando”, jeje. Fui capaz de estirar sin bajar de la bici en unos de los “descansos” (subrayo las “”), así como de comer y beber abundantemente. De esta forma pude recuperarme de la subida de bolas sin que mi compañero adnamantino lo supiera, sería una deshonra que se enterara que estoy teniendo tirones subiendo un puerto “reservando” (vuelvo a subrayar las “”). Me parto.
Menos mal que tras coronar, de camino al avituallamiento de Muga, disfruto de unos de los paisajes más chulos que haya visto encima de una bici. Merece parar en el avituallamiento a ponerse las botas…

Realmente, el puerto de Larrau empieza unos 2 kms antes de llegar al pueblo del mismo nombre, aunque los tiempos se empezarán a tomar al paso por la alfombra a la entrada de este. Estas primeras rampas vienen bien para tonificar un poco las piernas después de una bajada tan delicada.

Si me paso un solo punto en la generosidad de mi esfuerzo, este puerto no perdonará y troncharé antes de lo que me imagino. Si voy más despacio de lo que debo perderé demasiados segundos por km y por mucho que apriete al final será imposible de recuperar.
El puerto tiene 12kms. Los primeros 8 son continuos al 10-11%. A continuación en el Collado de Erroimendi comienza una bajadita suave de 1km aproximadamente, que continúa con otro km que pica hacia arriba pero de forma leve. El puerto termina en unas zetas de 2 kms que de nuevo no bajan del 11%.
Mi intención es subir de menos a más como pueda hasta el Collado, meter plato en la bajada y aguantarlo mientras pueda. Dividir las zetas en dos tramos de 1km, el primero a ritmo constante, y el último echando el resto hasta la linea de meta. Como teoría esta bien, ya veremos en la práctica.
Los primeros 8kms los haré con todo el desarrollo metido, plato de 34 dientes y piñón de 25. Aprovecho que hay mucha gente con ritmo mas lento que el mio, lo que me permite subir marcando objetivos intermedios, cogiendo uno por uno a todos los que me iba encontrando, psicológicamente te hace ir fuerte. A medida que se acerca el descanso voy subiendo el ritmo, hasta que corono completamente muerto, no hay tiempo que perder, como puedas tienes que meter el plato y darlo todo en la bajada, sin olvidar que tienes que llevar una cadencia elevada para oxigenar las piernas y bajar las pulsaciones. Me encuentro bien.
Aguanto el plato casi todo el tramo previo a las zetas. Al poner de nuevo el plato pequeño veo que las piernas ya van vacías. Paciencia, solo tienes que aguantar un km a ritmo, y el último será cuestión de echar el resto. Me marco como punto para empezar a echarlo todo la penúltima herradura, a partir de ahí, 400m de recta, me duele todo, tengo que aguantar, llego a la última herradura, hay un montón de público, se nota. Bajo un piñón más, me pongo de pie y suelto lo que me quedaba, tras buscarlo por todo mi cuerpo. Pip-pip, ya estás arriba.
Al final, puesto 15 de los casi 1000 que terminaron, mucho mejor de lo que pensaba.
Tras unos segundos hasta que bajo de Júpiter, soy capaz de acercarme a por algo de liquido y darle dos besos a la Vane que ha sido tan maja de venir a la cima a vernos llegar, por lo menos a lo que quedaba de nosotros…
Poco a poco van llegando Oscar, Piti, Soto, y todos los demás conocidos, que la verdad, no son pocos. Todos llegamos rotos, ha sido un gran esfuerzo, pero como siempre, mereció la pena, ha sido un gran día. Tras un buen rato acomodados en las piedras de la cima, iniciamos la bajada hasta Otsagabía, ducha, masaje, batallitas, macarrones, más batallitas, y entre todos convencemos al de Almazán a que pruebe esa noche a vivaquear por primera vez. Al final le encantó.
El domingo paseito tranquilo y agradable, comida en Ezcaroz a orillas del río, y de regreso. Otro fin de semana inolvidable.
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