martes

La Carlos Sastre

El Barraco (Ávila). 122 Km.

Esta marcha, organizada por el ganador del Tour de 2008, Carlos Sastre, en su primera edición, tiene todo lo necesario para acabar siendo una de las grandes en pocos años. Una organización perfecta, un pueblo volcado, un bonito paisaje, o un recorrido muy atractivo para todo tipo de gustos y niveles sobre la bici, harán que el boca a boca funcione y llenen El Barraco cada segundo fin de semana de Agosto. Mención especial al gran Carlos Sastre, impecable, generoso, amable, dedicado.

Charly y yo llegamos el sábado por la mañana, un día antes de la carrera, para conocer la zona, dar una vuelta por los alrededores para estirar piernas, y para disfrutar de una tarde con todos los amigos que allí nos íbamos a encontrar. Es una maravilla acudir a pasar un fin de semana a disfrutar de un bonito entorno, para hacer lo que más te gusta y encima encontrarte con un montón de buenos amigos con los que pasar momentos inolvidables, ya que al fin y al cabo ellos conforman uno de los aspectos más valiosos de nuestra afición por los pedales.



Para mi esta marcha a primeros de Agosto intenta ser el comienzo de un segundo bloque en la temporada, después de un mayo y junio muy cargados, y un julio y agosto de trabajo de fondo, con Alpes incluidos, pero sin ningún achuchón importante.

Por eso tampoco sabía como iba a marchar, o si debía hacerla o no a tope, había mucha “faena” por delante estas semanas.

Sin embargo, en los primeros kms iba bien cómodo y aguantaba en el grupo de cabeza, y el primer puerto aguanté, no sin un buen sofoco, en un grupo de unos ocho ciclistas, justo por detrás de los cinco escapados de cabeza.



Cualquiera con la cabeza fría, y con mi poca experiencia, se hubiera conformado con ir a rueda e intentar aguantar ahí delante, pero como siempre, soy incapaz de hacerlo. Tengo que colaborar, me gusta hacerlo, y que la gente lo haga. En seguida los ocho nos pusimos de acuerdo e intentamos ir a por los de adelante a relevos, que, cada vez estaban más cerca. Nosotros éramos más y con buenas ganas de cazar la cabeza. Todo parecía marchar a la perfección.


En una bajada, durante uno de mis turnos tirando del grupo, psssssssssssss, pinchazo en la rueda delantera, no podía ser, estaba saliendo todo de manual, estábamos a punto de enganchar la cabeza, y todo se había ido al garete.


Pero bueno, en esos momentos suelo mantener la calma, y mirar en positivo, siempre en positivo. Lo arreglé lo antes posible, y de nuevo a dar zapatazos. Pese al tiempo perdido, tan solo habría perdido unas 40 posiciones.

En seguida me encontré en un numeroso grupo en el que venía Chano, el capo, el más ilustre de las carreteras abulenses, un buen amigo, y sin pensarlo, los dos nos pusimos a darlo todo para intentar ir a por un grupo de unos 25 que llevábamos a tiro de piedra. El bueno de Chano, perro viejo (no lo digo por la edad…) me animó a que me guardara unos kilómetros y justo al comienzo del segundo de los puertos, saltara del grupo en el que íbamos y me fuera solo en busca de los de adelante, que sería capaz de hacerlo. Con bastantes dudas sobre si sería capaz, no tenía nada que perder, y todos los consejos de los veteranos merecen al menos una prueba. Así lo hice y efectivamente tras un buen calentón conseguí enganchar al grupo de 25, justo antes de coronar el puerto. Allí estaban Luis y David, padre e hijo, de Sabiñánigo, buena compañía para los próximos kms, ya más favorables y con largas bajadas.


Poco más tarde, en la bajada, apareció Chano, dandolo todo, meneando un desarrollo espeluznante, y entrando de nuevo en el grupo. Impresionante.

Ya seríamos Luis, David, Chano y yo los que a relevos guiaríamos el grupo de unos 30 corredores, ya que ninguno estaba por la labor de colaborar con nosotros.


Tan solo faltaría una zona de repechos, y una zona algo más llana previa al último puerto, de San Juan de la Nava, de unos 6 km, coronando sólo a 3 de meta. Aquí a darlo todo, para recuperar la mayor cantidad posible de puestos. Haría caso a Chano, y en vez de hacerlo a mi manera, a mi ritmo, poco a poco, lo hice de golpe achuchando desde abajo, para intentar romper el grupo cuanto antes, ellos solitos se lo habían buscado. Nunca lo hubiera hecho en un grupo que colaborara, donde hubieramos intentado subir todos a ritmo para mantenernos unidos hasta meta. Pero este no había sido el caso.


De esta forma conseguí llegar a meta algo distanciado del rosario de corredores que se formó, con lo que al final marqué el 37º del los 700 participantes. 33.7 de media.

Me gustaron las sensaciones, y sobre todo, la motivación extra que supone ese regustillo por saber lo que hubiera pasado si no hubiera pinchado. Me gusta acabar con esa rabia, es lo que te hace seguir luchando en futuras ocasiones. Quizá me paso de optimismo.


Como siempre en estos sitios, me quedo con la calidez del reencuentro con cantidad de buenos amigos, gracias Charly, Soto, Piti, David, Luis, Mamá Tere, Salva, Charo, Capo Chano, Iñaki, Koro, Ignacio, Benja, Klyde, Gabi y sus fresquitos botes, Sergio y Frances por sus fotos, y a tod@s los que me pueda dejar, en definitiva, muchas gracias a todos, sois algo muy importante!

1 comentario:

  1. Eres un fenómeno!
    Q pasada! seguro q lo disfrutaste mucho!
    Un abrazo
    Fernando

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