Es la mar de curioso observar todo lo que puede acontecer en la mente humana cuando atravesamos esos momentos de la vida que no catalogamos precisamente como buenos, como he podido observar recientemente en mis propias magras.
En un año lleno de sobresaltos, de altos, pero sobretodo de bajos, solo faltaba una fractura de cadera para cerrar el círculo.
Un inoportuno e inocente patinazo mientras atravesaba un pequeño torrente de agua sobre una calzada de hormigón, sobre mi “flaca” prácticamente detenida, fue el disparador que ponía fin a una etapa, o más bien, temporada, y daría comienzo a otra bien distinta, pero por qué no, de fondo también interesante.
Todo parece perfecto, y de repente te ves en el suelo, queriendo levantarte rápidamente, ensordecido por tu propio ruido, haciendo un primer recuento y balance de lo sucedido. Algo falla. COMIENZA EL RETO.
Hay que mantener la calma.
Ahí es cuando entran a formar parte del juego una serie de capacidades como la fuerza de voluntad, la sangre fría, la capacidad de sufrimiento, o la humildad, virtudes que el deporte poco a poco va forjando en nosotros, y nos hace sacar lo mejor de nosotros mismos cada vez que nos proponemos una nueva meta, tanto dentro como fuera del deporte.
Y está claro que esta vez las necesitaré. Me espera una recuperación lenta e incómoda. La operación ha salido estupendamente, doy la bienvenida a los tres tornillos de titanio que sujetarán la cabeza de mi fémur. Unos días de hospital y por fin a casa. Por delante, entre 6 y 8 semanas de reposo absoluto, con una movilidad bastante reducida por el momento.
En un año lleno de sobresaltos, de altos, pero sobretodo de bajos, solo faltaba una fractura de cadera para cerrar el círculo.
Un inoportuno e inocente patinazo mientras atravesaba un pequeño torrente de agua sobre una calzada de hormigón, sobre mi “flaca” prácticamente detenida, fue el disparador que ponía fin a una etapa, o más bien, temporada, y daría comienzo a otra bien distinta, pero por qué no, de fondo también interesante.
Todo parece perfecto, y de repente te ves en el suelo, queriendo levantarte rápidamente, ensordecido por tu propio ruido, haciendo un primer recuento y balance de lo sucedido. Algo falla. COMIENZA EL RETO.
Hay que mantener la calma.
Ahí es cuando entran a formar parte del juego una serie de capacidades como la fuerza de voluntad, la sangre fría, la capacidad de sufrimiento, o la humildad, virtudes que el deporte poco a poco va forjando en nosotros, y nos hace sacar lo mejor de nosotros mismos cada vez que nos proponemos una nueva meta, tanto dentro como fuera del deporte.
Y está claro que esta vez las necesitaré. Me espera una recuperación lenta e incómoda. La operación ha salido estupendamente, doy la bienvenida a los tres tornillos de titanio que sujetarán la cabeza de mi fémur. Unos días de hospital y por fin a casa. Por delante, entre 6 y 8 semanas de reposo absoluto, con una movilidad bastante reducida por el momento.
Pese a los dolores y las incomodidades de pasar la mayor parte de los días en la cama, me centro en relativizar la realidad, y agarrarme a los pequeños logros que cada día voy teniendo: hoy puedo estirar la pierna, puedo girarme en la cama, hoy me levanté para desayunar, hoy puedo por fin sentarme en un sofá, etc. pequeñas metas intermedias que me hacen ganar motivación y poder mirar hacia adelante cargado de optimismo.
El reto ha comenzado.
Eres un crack! en serio, sigue asi.. ;)
ResponderEliminaranimo Ernesto y q te recuperes muy pronto,un abrazo.
ResponderEliminarhasta para esto es distinto el tio este,un abrazote
ResponderEliminarYa sabes, en mi linea...
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