jueves

AUSTRIA 2014


Algo en lo que estábamos de acuerdo mi compañero Álvaro y yo en 2013 al finalizar el viaje en el que participamos en el Tour del Mont Blanc y recorrimos los puertos suizos era una sencilla pregunta: ¿y ahora qué?

Habíamos completado la prueba de un día perfecta, la más dura posiblemente, y la más impresionante que se pueda imaginar. Habíamos recorrido puertos que nos habían dejado boquiabiertos con sus paisajes y dureza. Los dos teníamos la gran duda sobré qué nos faltaba por ver encima de una bici, qué emociones nos faltaban por sentir.

Sin embargo, ahora, han pasado los meses desde que hemos vuelto de este viaje por Austria que os detallo, y vuelvo a pensar en hace año y medio cuando volvíamos de Suiza y nos hacíamos aquella pregunta. Ahora tengo la respuesta.

No se trata de buscar siempre mejorar la vivencia anterior, ni buscar la ruta o puerto más duro para poder decir: "este ha sido el viaje perfecto". Se trata de vivirlo, de sentirlo, de prepararlo, de recordarlo. Cada minuto antes, durante, o después de ese viaje merece ser vivido y disfrutado como un momento perfecto. Como un momento irrepetible.

Y eso es lo que hemos aprendido en este viaje. No ha evolucionado el destino, han evolucionado los viajeros.

En este viaje he disfrutado de una forma diferente a otras veces. De una forma más intensa, más calmada. Asimilando y disfrutando cada curva, cada trocito de cielo, cada conversación. 


Puede que en este viaje hayamos subido el puerto más duro de nuestra vida, que así ha sido. Puede que hayamos visto magnitudes en los paisajes que nunca habíamos imaginado. Pero lo que recordaré para siempre de este viaje fue el pasito adelante que he dado. Y de eso se trata, de viajar para crecer.




Esta vez no detallaré rutas, detallaré lugares. Cada uno de los monstruos que nos hemos encontrado merece una descripción para él solo. Aquí los tenéis, espero que os guste:





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