domingo

Puertos de Ribagorza

Graus, Huesca, 200km

Desde los Degollaos he aprendido una cosa: Que hay que llegar puntual a la salida. Creo que esta vez me he pasado, falta una hora para salir. O quizá no me haya equivocado, por que a esas horas ya hay una treintena de patas peladas bajo el arco de salida, menudos impacientes. Fijándome bien, muchos de ellos me suenan, son de esos que nunca he visto montados en la bici por que siempre andan por delante y nunca les he visto el pelo, estoy fuera de lugar, quizá he llegado demasiado pronto, que pinto yo allí con todos estos percherones??
Ante todo, muy buenas, que no había saludado, estamos en Graus, Huesca, hace un día estupendo y falta una hora para que empiece la Marcha (o carrera, o que?) de Los Puertos de Ribagorza. Otros 5 puertacos en 200 kms. Ya estamos a finales de Mayo y yo comienzo mi reto personal de intentar hacerlo bien en 4 carreras en 4 fines de semana consecutivos a lo largo del mes de mayo…
Pum!, disparo de salida y todos embalados por las calles de Graus en busca del primer puerto (Laguarrés) Es un puerto de 8 o 9 km de buena carretera tras el cual hay más de 40 kms hasta el siguiente puerto, con lo que como siempre hay que echar buenos “puñaos” de polvora para intentar coronar lo antes posible y coger un grupo que me permita ir a buen ritmo en todo el llano hasta el segundo puerto.
Empiezan las primeras rampas y la cosa se pone fea, aun aguanto en cabeza, pero veo que Mikel Azparren empieza a hacer de las suyas e intenta saltar del grupo en un cambio de ritmo bestial a plato grande. Para el que no lo conozca, Azparren es, hoy en día el número uno en este tipo de pruebas, tiene el record de la Quebrantahuesos, que ha ganado en varias ocasiones, y otros tantos records en otras muchas carreras. No se conforma con ganar, normalmente suele ir a destrozar las últimas marcas saltando en los primeros kilómetros y marchándose solo… está hecho un bestia.
Lo intenta en varias ocasiones, pero unos y otros responden a todos sus ataques, haciendo que el grupo de cabeza suba completamente enfilado dando bandazos de un lado a otro de la carretera. Lo que no termino de entender es que narices pinto yo ahí!!! Intento olvidarme de lo que estoy sufriendo para aguantar cada uno de los mazazos que pega el fiera este, y me centro en disfrutar del momento, y es que para mi es la primera vez que alcanzo el nivel necesario para ver este tipo de cosas desde dentro, encima de un sillin, dando pedales en el grupo de alante, y encima respondiendo a los ataques de un tipo al que conoces por las fotos de las revistas. Lo más normal es que pronto pegue un tremendo petardazo, pero me lo estoy pasando tan bien formando parte de esto, que solo quiero vivir el momento, dure lo que dure.
Alguno detrás mía jadea que estamos a punto de llegar a un descanso en el puerto, no recuerdo nada del año pasado, me conformaba con “llegar arriba”, este año espero ese descanso como nada en el mundo, voy muerto pero no me quiero dar cuenta de ello.
Por fin llegamos al descanso, pero resulta que esta gente no se lo toma para relajarse, si no que calzan el plato grande y siguen dandolo todo, otra vez oigo una voz: “Que pinto yo aquí?” – “Calla, disfruta y mete el plato grande”. Tras el supuesto descanso, ya solo queda un kilometrillo, y encima algo más suave, no se que es peor, por que a mi alrededor ni dios quita el plato…
Pos nada, como dice mi madre, donde fueres haz lo que vieres…
Sin creermelo mucho, acababa de coronar con el colega Azparren el primer puerto, en un grupillo de unos 30. Ya que estábamos alli, aproveché y me acerque a la cabeza a saludar a Pablo, turolense que venía de ganar en Degollaos, aunque solo fuera para que supiera que estaba alli, jejej…
De nuevo, ya que estábamos alli, y no estaba del todo muerto, había que aprovechar a comer bien y beber, por que de esta fijo que no me salvaba, había sido demasiado esfuerzo, y demasiado lo que aun quedaba, solo 180kms…
Mientras intentaba volver a ser persona, seguía disfrutando en palco de todos los intentos de salto que estaba habiendo en el grupo, no se para que, pero había algunos que intentaban escaparse, a falta de 180kms!!! Pero el grupo no dejaba volar a nadie, todo se enfilaba cuando alguien intentaba incendiar el grupo.
De repente, el de siempre, Azparren, aprovechó un pequeño repecho de unos 50 metros para pegar un buen petardazo, yo, como un enano…
Incomprensiblemente, todo el grupo se quedó bloqueado, todo el mundo se miraba entre si, y yo no terminaba de entender por que nadie se atrevía a saltar a por el “bicho”. Si le dejaban irse, este es de los que llegan solos a meta, falte lo que falte…
Cada vez lo veíamos más lejos. ¿Pero cómo iba a aguantar es hombre solo hasta la meta? Una mala bestia…
Pero bueno, yo, a lo mio. Había que pensar en el siguiente puerto…y en los otros tres!
Lo que iba a hacer estaba claro, iba a ir hasta el siguiente puerto lo más acurrucado en el grupo que pudiera, para no gastar ni un gramo más de lo debido. Una vez alli, como siempre, a intentar aguantar.
En cuanto se puso pa’rriba el grupo se volvió a enfilar, pero el ritmo no era del todo malo para mi, pude volver a coronar en cabeza del grupo. El tercer puerto ya sería otra cosa, necesitaba coger agua fuese como fuese, pero alli no creo que tuviera nadie intención de parar, no se para que pago toda la inscripción si no parao en los avituallamientos…
Afortunadamente en el avituallamiento previo al puerto de Bonansa daban agua al vuelo, con lo que aprovecho para coger un par de botellas y metérmelas en el maillot. Con todo esto, veo que por despistarme 10 segundos para coger estas botellas, veo que me distancio 10 metros de mi grupo. Jamás 10 metros se me hicieron tan insalvables. Intentaba apretar, poniendome de pie, pero las piernas me frenaban, las tenía rigidas como el acero, y no había forma de volver a entrar, en lo que ya eran las primeras rampas de Bonansa, menudo sitio para quedarse!
A medida que avanzaba me daba cuenta que el grupo iba un puntito más fuerte que yo y que me sería imposible enganchar, los tenía ahí, no se me iban, pero no reducía nada. Además ví como los figuras del grupo ponían su propio ritmo y todo se rompía, ellos tirarían hacia delante y yo me quedaría luchando para ver si no perdía mucho. Como siempre era el momento decisivo, debía mantener la calma, intentar tomar un gel para que las piernas no partieran por algún lado, y ahora sí, abrir alguna de las botellas que había “cazado”. Es increíble lo que puede conseguir uno de estos sobrecitos de gel, no sé si a nivel físico o completamente como placebo. Andas en un punto tan al límite, que notas como asimilas rápidamente cada uno de los nutrientes que metes en la boca, es una sensación curiosa.
Poco a poco iba recuperando, pero veía como buenas grupetas se me iban alejando. Al menos no iba solo e íbamos formando un grupillo con todos los “desechos” y “carroña” del grupo de cabeza. De todos modos, no estaba mal.
Así coroné el tercero del día. Y ya no habría mucho cambio en el cuarto y quinto. Tampoco estábamos para muchos cohetes. Preferimos mantenernos un grupo grande y bien entendido que forzar más la máquina y arriesgar a quedarnos solos. La manada avanzaría de forma más segura.
Coronar el último puerto fue una sensación bestial, sabía que lo estaba haciendo genial, y que había luchado como un jabato, ahora quedaba un último problema: Intentar que en el grupo de 19 pasáramos unos cuantos al relevo para ir a buen ritmo en las 50 kilómetros favorables que quedaban hasta meta. Si no éramos unos cuantos entrando al relevo, todo se frenaría una barbaridad y podríamos perder mucho tiempo en ese tramo.
A mi es algo que me gusta, algo que se me da bien. Me resulta atractivo intentar hacer de perro pastor en el grupo, ir de arriba abajo, hablando y preguntando a todos, buscando el apoyo de todos y cada uno de los que forman el grupo. Intentar buscar la motivación, incluso a los que van rotos, para que sea como sea ayuden con algún relevo. Lo peor ha pasado y lo hemos hecho bien, nos merecemos terminar bien, ayudándonos entre todos.
Todo funciona y creo que por primera vez en mi vida voy en un grupo en el que todos, los 19 que quedábamos alli, pasábamos al relevo como bestias, en relevos cortos, de no más de 10 segunditos, pero que hacía que todo el conjunto volara a mas de 55 kilómetros por hora en busca de la meta.
Fue algo difícil de explicar lo que sentí cuando me enteré de que por delante de mi grupo solo habían entrado 20 personas de los 1600 participantes. Al final, puesto 32, a más de 36 Km/h de velocidad media en los 200 kilómetros.Ganó Azparren, en solitario, a 38 Km/h de media.

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