miércoles

La Perico 2009, o cómo resucitar de un pajarón en el primer puerto

Este año queríamos ir con menos prisas que en otras ocasiones y decidimos llegar a Segovia el viernes por la tarde, animados por nuestros amigos Iñaki y Koro, de Elgoibar, que ya habían llegado al Camping Acueducto el jueves, a bordo de su flamante autocaravana (ainsssss!!).

Tras una buena cena, planeamos salir a estirar piernas el sábado por la mañana, en un suave paseito hasta La Granja, unos 40 kilometrillos. Lástima que a Koro aun le durara el Jetlag de su viaje a Punta Cana y decidiera reservar fuerzas para el Domingo.

Sin ninguna prisa, paseito, comida, bañito en la piscina, y suavemente, a por los dorsales al polideportivo Pedro Delgado. Fue una maravilla volver a reencontrarse allí con un montón de caras conocidas, que la verdad, cada vez son más y más. Uno de los lados grandes de este deporte.

Curiosamente, casi todos coinciden en una cosa, el año ha sido muy largo y los esfuerzos empiezan a acumularse, nadie está muy convencido de su rendimiento. Pero ahora nos da lo mismo, la veintena que hemos acaparado la terraza del bar de enfrente no dejamos de contar batallitas y echar unas buenas risas.

Vistazo al reloj, nervios, hay que irse a cenar, mañana hay que madrugar, hasta mañana a tod@s, mucha suerte y que no haya problemas!!

Desde hace un montón de años, no puedo evitar que tanto en la cena como en el desayuno previos a este tipo de eventos se me haga un nudo en el estómago y todo el alimento se me haga una enorme bola, no lo puedo evitar, estoy a la espera de mi soplo de adrenalina.

06:00 – suena el despertador. Yogur con cereales, un plátano, y de nuevo el ritual: elección de barritas y geles, recambios, crema calentadora y solar, 50 veces cada uno de los pasos, por el pánico a dejarse algo. Guantes, zapatos, ah, y se me olvidaba, debería coger la bici…

07:00 – Ni gota de frío, en los últimos dos años ya no ha hecho falta ponerse los manguitos ni siquiera a estas horas de la mañana, algo pasa. He quedado con Iñaki para estar en primera línea, él me va a acompañar, Koro le ha dado carta blanca para zurrarse todo lo que quiera o pueda.

A esas horas no había todavía nadie bajo el acueducto, estaban empezando a montar el arco y alfombra de salida. Cinco minutos después ya éramos bastantes esperando por una buena posición.

08:00 – Otra vez manos a la obra, adios a los nervios, ya estamos en harina. En los primeros kms, desesperantemente neutralizados hasta La Granja, no se respira más que tensión, todo el mundo quiere estar en cabeza cuando el tema se lance, y esto hace que sea un continuo peligro. Frenazo tras frenazo, vamos salvando el pellejo intentando pensar cual sería la mejor forma poder evitar esto en futuras ediciones, y es que este año se ha salido especialmente despacio. Pudo influir que Perico pinchara a los 200 metros, vaya vaya…

Llegamos a la esperada rotonda de La Granja, y todo se desata. Se iba a liar parda desde el primer metro.

Iñaki me había contado un secreto la noche anterior: Como seguramente no aguantara un gran ritmo durante toda la prueba, querría juguetear uno poco, y recordar sus tiempos de “Pro”.

Efectivamente, ahí lo tenía al desgraciado, tensando el pelotón y poniéndonos a todos los que rondábamos las primeras decenas en fila de uno. Junto a él, otros dos desgraciados que no tardaron mucho en seguirle el juego: El gran Álvaro, de Villarcayo, del Ibarreko, y Luis, Klyde, del Bermejo. Menudos tres piezas.

Y como gilip… todos los demás, siguiéndoles el juego. Yo sabía de que iban, que solo querían romper la carrera y al poco petarían, pero no podía hacer otra cosa que aguantar como pudiera aquel calvario, nadie quería perder comba.

Creo que aquello pudo ser lo que más marcara a la edición 2009 de la Perico. En las primeras rampas duras de Navacerrada, ellos tres ya se habían desintegrado, pero todos los demás estábamos prácticamente rotos a falta de los 4 puertos, iba a ser duro.

Es muy fácil verlo ahora, con la cabeza fría, y después de haber repasado la jugada y echado unas risas con los tres después de la carrera, pero en aquellos momentos me quería bajar de la bicicleta, como mucho, en la cima de Navacerrada. Estaba muerto. Las piernas no iban, las pulsaciones no subían, y la respiración no terminaba de acompasarse. No me gustaba el ritmo de nadie, y unos cuantos grupos me rebasaron. Menos mal que sólo faltaban 9 kms de subida y otros 3 puertos más. La táctica en este tipo de carreras es coronar el primer puerto lo más adelante posible e intentar mantener posición el resto de la carrera, muy fácil. Pero hoy se estaba echando todo a perder.

Solo quería llegar arriba y esconderme entre el público, tumbarme, y esperar para darme la vuelta, faltaba demasiado. No tenía sentido tirar de geles o barritas, no era problema de nutrientes, el petardazo que siempre está al acecho durante toda la temporada había llegado. Otros ya lo habían vivido, sabía que me podía pasar a mí.

Sentía la cabeza completamente ida, todo me daba vueltas y estaba algo mareado, sin embargo, descubrí que pedaleando de pie el cuerpo me dolía menos e iba algo más cómodo. Lo noté en seguida por que el grupo que estaba a punto de cazarme, en el que marchaba Juan, de Teruel, no lo llegó a hacer. Algo estaba empezando a cambiar. Sin embargo tenía la sensación de que los grupos cabeceros estaban demasiado lejos.

Mi cabeza de ex-opositor todavía estaba completamente bolinga, pero si que me estaba dando cuenta de que estaba empezando a marchar. Seguía siempre de pie, km tras km, sin sentarme ni un momento. La cima estaba cerca. Seguía mareado pero sabía que los dos últimos kms son muy importantes, hay que echarlo todo, lo malo es que parecía que había poco que echar. Aun así conseguí acabar a buen ritmo, y me lanzaría por los llanos de Cotos a ver que pasaba. Ahora sí sería buen momento para un primer lingotazo de gel, había que probar.

Por primera vez en años, en este tramo me limité a ir a rueda e intentar resucitar. Poco después comenzó la bajada de Cotos, y tenía que levantar el pie, no coordinaba lo suficiente como para tomarme la bajada al 100%, ante todo había que salvar el pellejo.

Aun me rondaba la idea de abandonar, menos mal que me encontré con el desgraciado de Iñaki, que me ofrecío su rueda tras la bajada y definitivamente me convenció para seguir, gregario de lujo de cara a Morcuera. Con él, llegó Álvaro del Ibarreko. Me sentía hasta un afortunado de que los dos sinvergüenzas que habían roto la carrera estuvieran ahora tirando de mi, menudo líder. Los dos son majetes, pero menudo día me estaban haciendo pasar los cab…

La Morcuera iba a marcar un antes y un después, empezaba a entrar en calor, y el ritmo era mucho más fácil de llevar. En las últimas rectas antes del comienzo del puerto enganchó con el grupo Oscar Pereiro, invitado de lujo de Perico. En cuestión de una semana era el tercer ganador de tour con el que tenía ocasión de rodar y charlar, después de Sastre y el mismo Perico. Fue el detonante para que mi moral despegara al fin. Oscar llegó y se puso a tirar del grupo, a un ritmo más que elegante. Yo no me despegaba de su rueda. Tan solo un par de veces para ponerme a su altura y charlar un rato. Poco después Iñaki peta, y es que merecido lo tiene el jodío, jejej. Se dará la vuelta para buscar a su churri, la Koro. Álvaro sigue en el grupo.

Así llegamos al avituallamiento, a 500m de la cima. Paró casi todo el grupo en el que iba. Yo decidí no parar para probarme en la bajada, por fin volvía a tener buenas sensaciones.

Bajada rápida y de golpe hacia arriba otra vez, a por Canencia, que no ofreció ninguna dificultad, grupo compacto hasta la cima.

Tras la bajada de Canencia, un tramo llano que nunca ha terminado de convencerme, hasta el comienzo de Navafría. Vuelvo a ser el de siempre, vuelvo a pasar al relevo para coger un par de grupos que llevábamos por delante, con lo que recuperamos bastantes posiciones. Se ve que la gente ya anda tostada, aun se acuerdan de los majetes de Iñaki, Álvaro, y Luis.

Comienza Navafría, y tenemos un grupo grande a la vista. Álvaro se encarga de romper el grupo y cazar con los de delante. En este grupo marcha Bolo, de Teruel, una rueda que hubiera sido buena en Navacerrada, si le hubiera aguantado, con lo que empiezo a pensar que estoy recuperando parte de lo que antes he perdido. Y es que unos cuantos ya vamos a por todas. Sobrepasamos a este grupo y vamos a más, no dejamos de ver restos de gente de grupos delanteros que ya han entregado la cuchara, lo que nos da aun más moral si cabe. Con la tontería, estamos cada vez más cerca del final. Aun nos dio tiempo a cazar otro grupo de unas ocho unidades antes de coronar el puerto y encontrarme como por intervención divina con el mesías Felipe, que me entrega en mano una botella de bendita agua. Estoy salvado.

He hecho un esfuerzo bastante grande para entrar en este grupo, en el que marcha otro buen amigo, Toni Ortiz, de Valencia, nos echaremos una mano hasta la meta. Lo malo es que una vez encaramos los 40 kms llanos que nos quedan, mis piernas explotan y me dan dos calambres en las dos caras internas de los muslos. Es momento de mantener la calma, pensar en la piscinita de después, echar mano de un gel, y unos buenos tragos de agua, y esperar que la biología molecular haga su trabajo, buscando alguna posición cómoda dentro del grupo. Aviso a Toni de que me deje unos kilómetros para reponer.

Da gusto poder llegar a controlar estas situaciones y salir de ellas, al cabo de 5 o 6 kms estaba otra vez pasando al relevo. Ahora le tocaría petar al pobre Toni, cuyo muslo derecho dijo basta. Le calmé, le di un chorro de agua para que se lo echara en él, y de nuevo a dar guerra. Cuatro tumbos más y llegamos a La Granja, ahora si que estamos en casa.

Es un tramo complicado, ya que siempre se corre el riesgo de que los calzorras que no han colaborado en todo el llano salten en la última recta para ganar alguna estúpida posición. Ante esto yo siempre hago la misma jugada: Si no pasan al relevo será por que realmente van jodidos, pero guardan un gramo para esprintar. Hay que acabar con ese gramo, aun a costa de acabar con el tuyo propio. A falta de kilómetro y medio, me coloco en cabeza del grupo y hecho el resto, enfilando a todo el grupo, e incluso descolgando a muchos de los justitos. Consigo tomar las dos últimas rotondas y la última curva a derecha en cabeza, el grupo va demasiado enfilado como para que les dé tiempo a recuperar posiciones, con lo que realmente solo me la juego al sprint con los 4 o 5 que llevaba detrás, prácticamente los mismos que íbamos tirando, salvo excepción de un jeta que se nos metió por medio. Aun así, satisfecho del final.

He conseguido reponerme a uno de los pajarones más gordos de mi vida, y al final he terminado con fuerza, recuperando muchas de las posiciones perdidas. Al final, puesto 55 de los 1800, con 31,5 de media, 05:00:02.

Esta vez no pongo sni una sola foto de bicis, tan solo un pequeño homenaje a tod@s los que participaron en todos los momentos de "extra-pedales". Una vez más, gracias a tod@s!!!!














1 comentario:

  1. ESTA TODO DICHO,el petardazo que Ernesto dio,tambien lo di yo media vuelta al coche a dar de beber en Navafria a los amigos que ellos lo iban a necesitar porque el dia de calor era HORRIBLE

    Felipe(rusky)

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