martes

Test Campagnolo en Urrez, Burgos

Tras un día de reconocimiento de los puertos de los alrededores (Ezcaray y el Valle de Oja) llegamos a Urrez el viernes por la tarde con la intención de pasar un día, que, viniera el clima que viniera, tenía pinta de ser bien chulo. La excusa, la ponía sobre la mesa David Ibáñez, alma de Campagnolo, un año más, con un Test en el que podremos probar las últimas novedades de su casa. Todo un privilegio, poder pasar un día con toda la “panda”, en un rinconcito de la Sierra de la Demanda, con buenos alimentos, y encima poder probar un buen “cacharro” con el Super Record de 11 velocidades.

Ya nada más llegar, teníamos nuestras monturas de prueba dispuestas a ser perfectamente ajustadas a nuestra medida por el fiera de Javier Mauleón, uno de los clásicos de las dos ruedas.

Y que rica la cena ya con todos los que haremos noche en el pueblo… me da a mí que lo íbamos a pasar bien. Eso si, no miréis para arriba que parece que nos mojaremos, no pasa nada, los buenos ratos están asegurados…

Efectivamente, la mañana aparece diluviando y con un tremendo vendaval. Solo había una opción en esos momentos. Sólo algo que pudiéramos hacer. Había que hacerlo, y hubo unanimidad: Desayunarse un par de huevos fritos. Y que sea lo que dios quiera.

Obviamente, la medicina del capo Luis cumplió su cometido: al rato estábamos vestidos de romano, dispuestos a pedalear pese al agüilla que se dejaba caer. Ains.


Antes de salir, nos acordamos Ibón, el gran Txiquimuur, que acaba de ganar una gran etapa en su carrera vital... Aupa Ibón, Aupa Víctor, Aupa María!!




No haríamos la ruta inicialmente propuesta, acortaríamos algo, pero no pasaba nada, disfrutaríamos de los paisajes, los amiguetes, las baciladas, la suerte de rodar con el pro David López, del Movistar, tio super majo y cercano, pero sobre todo, de la maravilla de Super Record de 11 velocidades así como de unas ruedas Shamal Tubeless, primera vez que probaba ambas. Una gozada.

Precisión en el cambio, con la característica sensación “cuadrada”, pero sin dejar de lado una gran suavidad, un tacto impecable en el frenado, y una ergonomía muy evolucionada comparada con otras versiones anteriores, todo ello pese a unas condiciones de clima que no eran las más adecuadas para el material.

Al final no fue para tanto, el viento se reducía una vez nos metimos en el valle, y la lluvia aparecía tímidamente de vez en cuando, sin llegar a ser molesta. Gracias Iñaki por los guardabarros, un buen invento también.

Duchita, y a comer. Por cierto, como la armamos en la comida. La mesa de los “niños” no íbamos a dejar de dar guerra… jeje. No diré más.

En definitiva, gracias a David Ibáñez y a todo su equipo de fieras por preparar todo esto, por hacernos sentir como en casa, y por darnos la oportunidad de probar unos materiales, que al menos en mi caso no había tenido oportunidad de catar.





Tras la comida, a media tarde, despedidas, y a por el tercero de los días: la Cicloturista de Almazán.

1 comentario:

  1. Holaaaaaaaa!!! jeje.. la mesa de los niños se porto bien, no? anda que no nos reimos..

    ahora hasta Ribagorza.. allí volvemos a vernos !!!

    y habrá que pensar alguna de monte, jeje

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