No podía ser de otra forma. Llegábamos a media mañana a Bourg d’Oisans, el que sería nuestro cuartel general los tres primeros días de viaje, y lo primero que íbamos a hacer era cambiarnos para la primera toma de contacto alpina.
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| Descripción de la ruta aquí |
Queríamos probar una de esas subidas poco conocidas, de esas que por mucho que me empeñe, siempre duele dejar en un poco merecido segundo plano.
De esas que no han sido testigos de la historia del Tour, de esas que apenas cuentan con altimetrías o cuatro fotos. De esas, que por otro lado, casi nunca fallan.
Se trata de un valle poco frecuentado que se inicia en los últimos coletazos de la bajada sur de Galibier, cerca ya de Bourg d’Oisans.
Un valle salvaje, con impresionantes saltos de agua, que poco a poco va colgándose bajo las crestas de Los Ecrins.
Un coloso que suele pasar inadvertido, es más, que por suerte pasa inadvertido, lo que le hace conservar todo su espíritu. Merece la pena.
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