RUTA |
Sabíamos
que pasara lo que pasara ya estábamos satisfechos, no podíamos pedir más, ¿O
sí?
Para llegar a Sion, optamos por ir en tren, sí, en tren, en una combinación que desconocía: llegabas a la boca de un túnel, subias la furgo en un vagón, y cada media hora se iniciaba un viaje hasta el otro lado de la cordillera, con un coste de 15 minutos y 20 euros, más barato que varios de los túneles de peaje alpinos, y sin gastar combustible. Impactados nos dejó.
Para llegar a Sion, optamos por ir en tren, sí, en tren, en una combinación que desconocía: llegabas a la boca de un túnel, subias la furgo en un vagón, y cada media hora se iniciaba un viaje hasta el otro lado de la cordillera, con un coste de 15 minutos y 20 euros, más barato que varios de los túneles de peaje alpinos, y sin gastar combustible. Impactados nos dejó.
En Sion, capital del Valais, nos saldrían dos etapas y una última de despedida, con la mayoría de las ascensiones hasta presas y lagos de subida y bajada por el mismo sitio.
La subida al Lac de Tseuzier es una subida tranquila, sombreada, esquivando las mayores afluencias de la carretera a las pistas de esquí de Crans-Montana, de unos 20 kilómetros con sólo alguno que otro más revoltoso hasta llegar a una imponente presa.
A la bajada, improvisamos sobre el plano una especie de atajo que nos permitiría evitar algún kilómetro de Sanetsch. Tras unos kilómetros subiendo, llegamos a un cartel que indica 26 kilómetros hasta el lago, es decir, 21 a la cima, no podía ser cierto, vaya castaña de atajo!
Pues sí, podía ser. Es un puerto al que habíamos subestimado, y nos pareció terrible, con casi 30 kilómetros de subida y más de 1700 de desnivel. Menos mal que las imponentes vistas del Valais, del Mont Blanc, del Cervino, y de todas las cimas cercanas, maquillaban los numerosos kilómetros por encima del 9% de media.
Menuda sorpresa de puerto.
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