Aun sabiendo que tras las
barrabasadas de estos días de bici por Suiza y los alrededores del Mont Blanc
cualquier otro reto podría parecer una minucia, este finde nos hemos puesto
otra vez manos a la obra, ahora con los kayak.
Soto y yo ya llevábamos años
queriendo hacerlo, y María nos terminó de dar el empujoncito: ella también se
atrevía a hacer una travesía por el embalse de Entrepeñas, de una punta a otra
y regreso haciendo noche vivaqueando donde nos pillara. 50 kilómetros de kayak
con todos los bártulos y comida encima, me encantan estas liadas.
Dejaríamos la furgo en Sacedón el
sábado a la mañana, y subiríamos hasta donde el Tajo nos dijera que aquello ya
se acababa, más o menos a la altura de Gualda. Calculábamos entre 20 y 24
kilómetros de embalse (al final 25). La idea era intentar terminar la ida e
iniciar el regreso antes del atardecer, hacer noche en algún lugar agradable, y
el domingo vuelta al inicio, ya con parte del camino recorrido.
Dábamos las primeras paladas a
las 10 de la mañana en dirección a la Isla Rinoceronte, primer punto de
referencia, en el kilómetro 5. Nos vamos marcando puntos clave, que hagan la
paliza más llevadera, se hará largo.
En torno al km 10 entramos en los
estrechos del embalse, para mí, la zona estéticamente más bonita del recorrido,
que nos dejaría a las puertas del siguiente punto de referencia, el paso bajo
el viaducto de la carretera, en el km 15, donde decidimos parar a comer. Ha sido
una mañana muy productiva. Ya echábamos la cuenta de la lechera de lo que podía
faltar, y hasta donde podíamos llegar de regreso antes de que se hiciera de
noche.
Pero la vuelta a la faena después
de comer fue dura a causa del calor, y parecía que el agua estuviera cuesta
arriba, costaba avanzar con el solazo a plomo… no apetecía más que mojarse
continuamente. Por si fuera poco, pese a llevar agua para beber más que de
sobra (más de 13 litros para los tres), veíamos que como siguiera así la cosa
podíamos andar sorprendentemente algo escasos. Menos mal que el hermano de Soto
también estaba paleando en el cercano embalse de Bolarque, y a su regreso a
casa, nos “porteó” una preciosísima garrafilla de 5 litros. Suficiente.
Esto nos entretuvo algo, pero no
había ninguna prisa, las horas finales del día fueron una gozada para palear.
Finalmente llegamos hasta el km 25, y decidimos dar la vuelta, aproximadamente
unos 5 kilómetros hasta un sitio chulo al que habíamos echado el ojo.
Tuvo un encanto especial, la cena
al atardecer, las buenas conversaciones, y para terminar el día, un
espectacular cielo despejado, en el que pudimos disfrutar al máximo de las
lágrimas de San Lorenzo sin estar en los planes.
A la mañana siguiente, un fresquito despertar, aunque se agradecía, ya habría tiempo para sudar al cabo de unas horitas. Chulo desayuno, y manos a la obra de nuevo.
Ya con 30 kms en los brazos,
queríamos aprovechar al máximo las primeras horas hasta que calentara el
Lorenzo, así que hicimos lo máximo que pudimos sin paradas, tan solo alguna
corta para picotear algo y beber.
Otra vez las mismas referencias
en sentido inverso: el puente, los estrechos, la Isla Rinoceronte… se estaba
dando genial. Solo los últimos 3 kilómetros de ruta se nos hicieron largos por
el calor, el hambre y las ganas de llegar, pero al final llegamos al destino
con una alegría tremenda por completar los 50 kilometrazos de la ruta. Con
mucha diferencia, la mayor burrada que he hecho sobre una piragua en el tiempo
que llevo en esto.
De este reto superado me quedo
con el compañerismo, el trabajo en equipo, los mimos unos a otros para que todo
saliera impecable, y con todos los sentimientos que pasan por ahí dentro para llegar
a conseguir el objetivo.
Muchas gracias María y Soto por
todo ello!
No sabia q se podía acampar sin problemas. Y no se necesita ningún permiso para navegar con piragua? Me gustaría hacer la misma travesía pero pensaba ir hasta arriba y bajar y otro día hacer la parte de abajo. Cuantas horas tardasteis los 25km?
ResponderEliminar