Puertos de Ribagorza 2014

Hace ya algún tiempo que me pongo a mí mismo una norma antes de ir a las marchas, gracias a la cual me pongo mucho menos nervioso de lo que solía antaño: Prefiero hacer el moñas, pasármelo como un enano, y quedar el 50º, el 100º  (o el 1000º), que ir de soso calculador para hacer el 20º, el 10º, o el 6º. Fue el tema de conversación con algún compañero antes de salir.

Este año no tenía muy claro en que iba a consistir mi “moñismo”, pero intentaría que lo hubiera, eso seguro. Dejaría a los acontecimientos suceder.

Parece que la cosa no empezaba muy bien, ya que en Laguarres se iban por delante unos cuantos, menos mal que en la bajada, haciendo un poco de padre para que todo el grupete colaborara, conseguimos enlazar de nuevo con la cabeza. Seríamos unos "veintitantos"…

Seguía vigente mi primera idea moña del día: pasar bien visible por Graus tras el bucle de Laguarres, para que a María, que estaba viendo el paso de la carrera por el pueblo, no le costara mucho localizarme. Quería ponérselo fácil. Alguno me preguntó: ¿Pero que había, meta volante aquí?

Tras ello, unos kilómetros tranquilos pasando al relevo para que el grupo avanzara, aunque para muchos fueran unos kilómetros más tranquilos aun, ya que no asomaron el hocico por cabeza en un solo relevo. Ya les veríamos en los puertos… en fin.

Fruto de ese “germen de desconfianza” al ver tanto gallo a rueda, casi sin saber ni cómo ni por qué, acabamos 4 tíos en cabeza, dando relevos a tope. Parecía una versión extendida del año pasado. Si bien en 2013 remaba junto al gran Oscar Puyuelo para pasar en cabeza (al menos)  por Campo, donde él tiene familia, este año eran ya dos de Campo, el mismo Oscar, y Eloy, otro gran chaval que he tenido la suerte de conocer en esta edición. Les acompañábamos dos gregarios “moñas”, Sergio Larraz, otro grande del “moñismo”, y como no, yo mismo.

¿Les hacía ilusión pasar en cabeza por delante de su gente? Pues como no, ahí estábamos para echar una mano, faltaría más. Además, así me he asegurado a dos gregarios que me echarán una mano en el poco probable caso de que alguna vez pasamos por Sigüenza en similares circunstancias.

Pasamos el pueblo, y pregunto con inocencia: “Paramos ya, ¿no?”. Veíamos como el grupo nos acechaba siempre sin dejarnos mucha cuerda, no pasara como el año pasado…

Además, yo notaba que los puertos esta vez se me iban a hacer largos, algo había por ahí dentro que no pintaba bien… El “moñismo” es lo que tiene. Fue empezar el puerto de Serrate, abrirse la caja de los truenos, y darme cuenta de que hoy esa no iba a ser mi batalla, no todos los días son fiesta!! Comer, beber y a buscar ritmete cómodo. Un rato casi sólo y a mitad de Bonansa por fin llega un grupete grande por detrás, menos mal!

Y mira por donde, gracias a esto volví a darme cuenta de lo agradecido que es rodar en un grupete majo, y no ahí penando como otras veces, o sólo o “mal” acompañado (con cariño hacia los que me han acompañado esas otras veces, ajaja). Ritmo constante en las subidas, mayor relax en las bajadas, relevos en los planos… joe, es vida!

En el grupo iba alguien a quien admiro desde hace tiempo, y cuanto más lo conozco, más aún: Alfredo Sanchez, siempre haciendo grupo, siempre mimando, siempre motivando, y siempre haciendo ver el lado irrepetible de cada momento. Marchábamos casi 20 tios a relevos, a todo gas, ya de cara a meta, y cada vez que pasaba junto a él siempre tenía palabras de ánimo, de motivación, y de agradecimiento por lo que estábamos viviendo: un gran día de bici, un montón de sensaciones, sonrisas, jugueteos, lecciones, autocontrol, trabajo en equipo, y terminando la mañana a relevos a 55 kms/h durante los últimos 50kms, una auténtica maravilla.

Sí, Alfredo, llevas toda la razón: somos unos privilegiados por poder experimentar estas sensaciones.

-Gracias por las fotos a la gran Ane, que a pesar de que me echó la bronca, me ha dejado utilizarlas... si es que es mas maja...