La cosa salió tranquila y con
respeto en la primera subida, al Alto del Caballo. Ya habría mañana, ya...
La subida a Castellote ya fue otra cosa, empiezan los palos, y con el hígado en la mano voy aguantando todos los envites de los cracks, dejándome media vida, eso sí. Desde aquí ya no habrá un solo tramo plano, y me sorprende agradablemente que una vez hecho el grupete, decidamos ir todos a relevos avanzando a buen ritmo. Me encantó el buen rollo durante toda la mañana, la camaradería, el compañerismo incluso cuando hubo que levantar un poco el pie por una salida de cadena de uno del grupo… Seguro que es muy diferente de lo que mucha gente pueda pensar de cómo es el ambiente en el grupo delantero de una marcha.
Las cimas iban cayendo y llegamos a Pitarque, aquí ya cambiaría la cosa. El grupo salta por los aires. JuanJe y Chulvi tiran para delante, y por detrás queda todo roto. Total, solo quedan 70 kilómetros…minucias… Nunca dejará de sorprenderme la dureza de este puertarraco. Lo he subido bastantes veces, de relax, zurrando, llegando fuerte y llegando escabechao, pero siempre lo he subido igual, da igual como llegues… siempre pegando chepazos. Ley de vida.
Una vez terminado el Pitarque D’Huez, afrontamos Majalinos y sucede la anécdota del día.
Allí estaban los escapados parados con la guardia civil al poco de comenzar el puerto. No estaban parando a medida que llegábamos. Pero no estaba siendo como otras veces que he leído que esto ha pasado en otras marchas. En esta ocasión los pobres guardias lo estaban pasando mal por estar haciendo lo que estaban haciendo, y según uno de ellos nos contaba casi avergonzado, estaban disfrutando un montón viéndonos cómo íbamos, pero tenían que hacerlo. Por nuestra parte tampoco hubo ningún momento de tensión, les entendimos, e incluso en algún momento animarles para que no se preocuparan, que no pasaba nada.
Yo personalmente casi sentí
alivio al tener que parar… mi lado perro salió a la luz.
Más tarde averiguamos la razón por la que estábamos parados. Este año, al rodar un grupo de 8 o 9 tíos a relevos, estábamos marchando bastante más rápido que otros años, y acumulábamos un adelanto cercano a los 20 minutos, lo que provocó que a la impecable organización no le diera tiempo a llegar a cubrir los cruces a los que llegábamos, con lo cual no quedó más remedio que pararnos hasta que llegara alguien al cruce en el que estábamos. Al fin y al cabo los guardias estaban haciendo su trabajo, lo hicieron bien, y nosotros al final solo estábamos practicando nuestra afición. No hay nada que recriminar. Y menos a la organización, a la que casi nos quedaban ganas en la llegada y posterior comida de pedir disculpas por habernos cargado su planificación…
Pues bien, pese a estar allí
parados casi 20 minutos, tan solo llegaron un par de corredores más de los que
éramos. Para no liar la cosa, pues decidimos entre todos ya ir agrupados hasta meta,
sin arreones ni palos, a un ritmo que pudiéramos llevar todos. A falta de unos
kms, que se adelantaran los dos que iban escapados, y se jugaran quien entraba
primero en meta. Los demás, entraríamos juntos, en el orden que llevábamos en
el momento del parón. Me gustó la decisión…
Aprovechamos los kms que faltaban
para hacer algo que no habíamos podido hacer en toda la mañana: hablar entre
nosotros, contar batallitas, y hacer alguna coña, con lo cual llegué a meta
incluso con buen sabor de boca. Un día curioso.
Así que, un abrazo a todos los organizadores, a todos los voluntarios, y con fuerza a por la del año que viene, que lo estáis haciendo genial.
Gracias por las fotazas a Tomás Montero!
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