El Urbión y sus Belenes

Ya conocíamos el terreno, lo habíamos recorrido varias veces, pero teníamos curiosidad por saber como es una ruta de este estilo de forma masificada. Y es que el fin de semana previo a navidad, como nos habían contado nuestros amigos de Transhumancia Almazán, aquello parece una romería, y se respira un gran ambiente, completamente diferente a lo que podemos ver cualquier otro día.
La mayoría no alcanzarán la cima (dicho así parece una cima maldita, o algo tipo K2, tranquilos, no me refiero a eso…), ni siquiera lo intentarán, normalmente su objetivo suele ser llegar a la Laguna Negra, comerse sus calóricas viandas y vuelta hacia abajo.
Nosotros también llevamos viandas calóricas y apetecibles, pero subiremos hasta arriba.
Nada más llegar al desvío de la carretera camino del Puerto de Santa Inés ya vemos que aquello no es normal, ya que en ocasiones la fila de coches hace necesario que nos detengamos. Dejaremos el coche donde la nieve y las tracciones de nuestros vehículos lo permitan, incluso alguno del equipo “decide” que el fondo de una cuneta es buen lugar, por lo que la salida de la ruta toma un pequeño pero bien humorado retraso para sacarlo de su trampa.
Una vez puestos manos a la obra, se aprecia perfectamente la diferencia de público entre los que se atreverán con la cima y los que no: pantalones vaqueros, zapatillas de deporte o bufandas de cuadros. Este criterio no es infalible, nos ponemos a charlar con un paisano que bajaba de la cumbre con sus zapatos náuticos, eso si, con sus polainas… un olvido lo tiene cualquiera…
Llegar a la Laguna Negra es un tremendo alivio, por fin podremos llevar nuestro propio ritmo, y no el de la fila que hasta allí ha ido aprovechando la huella abierta en la nieve por los primeros caminantes. Aquí comienza la acción, y quedamos más o menos un 15% de los que habíamos comenzado abajo. No es para menos, ya que la subida por la cascada helada corta el paso a cualquiera que no tenga una soltura mínima. Buen filtro.
Una vez franqueada la cascada se respira una gran tranquilidad de todos los que quedamos, aun numerosos, debido a la desaparición de todos los aguerridos caminantes que han llegado hasta la Laguna. Aun así es una maravilla disfrutar de un impecable día de montaña rodeado de tanto amante del monte. Uno se siente reconfortado de ver tanta gente con una afición afín a la tuya.
Desde aquí, un largo tramo de nieve bastante blanda, pero que no hace necesario el uso de raquetas, alguna que otra vertiente norte que hace aconsejable calzarse los crampones (no hay que jugársela, aunque para los más expertos del grupo sea una deshonra ponérselos en un lugar tan asequible, jeje, con lo chulos que son, como no me los voy a poner…) y por último un par de empinadas pendientes en las que ya no es tanta deshonra calzarse los crampones, todos queremos llegar a comernos las uvas…
La cima nos recibe con un violento viento que hace que nos apresuremos en estrechar la mano, echar la foto de rigor, abrigarse, y zumbando para abajo.
Nos recreamos en la bajada, comida, más fotos, que ricos los torrendillitos y la tortillita…
Por cierto, vaya despiste el nuestro que todos los seguntinos nos hemos dejado el bañador en casa. Es una auténtica lástima, un fallo horrible. Es la excusa que nos queda cuando vemos a nuestros amigos los transhumantes adnamantinos quitarse apresuradamente las vestiduras y romper con una enorme piqueta (quien la ha subido?) la capa de hielo que recubre la Laguna Negra. El resto os lo podéis imaginar, y si no os lo imagináis, pues estáis todos invitados para verlo en persona el próximo diciembre, el sábado anterior a la navidad. Os esperamos!