jueves

DIA 7: ANDERMATT – FURKAPASS – NUFENENPASS – PASSO DEL SAN GOTTARDO – OBERALPPASS

RUTA
Uno de los bucles típicos de la zona, con un puertecillo más para adornar un poco los 3000 de desnivel que saldrían haciendo el bucle de los tres primeros puertos.
Llegamos a la mañana temprano a Andermatt, accediendo por el Oberalppass. Decidiríamos lo que haríamos una vez que viéramos como era este puerto. Si nos gustaba, lo haríamos en bici al volver del bucle. Que cosas tenemos, ¡cómo no nos va a gustar!
Todo hacía indicar que la de hoy sería una de las grandes etapas del viaje, con tres grandes puertos (más el postre), entre los que se encontraba uno al que esperaba también con mucha ilusión, el San Gottardo, el monstruo de los adoquines.



Pero iniciábamos el día con el Furka, casi de salida desde Andermatt, con mil metritos de desnivel. Es otra subida salvaje. Algo más abierta y tranquila por la vertiente que hicimos. Aun así con una belleza y grandiosidad espectacular. 






Sin embargo, el espectáculo comenzaba cuando se llegaba a la cima. Ya de normal llegamos con la boca abierta por lo que estábamos viendo y viviendo, pero una vez que te asomas a la otra vertiente, todos los pelos de tu cuerpo se erizan como escarpias.



Ya había leído crónicas de este lugar, comparándolo o incluso sobrepasando a los escalofríos que se pueden sentir al contemplar las curvas del Stelvio. No terminaré de dar mi opinión sobre esta comparación, pero la vista de la carretera imposible que baja hasta Gletsch, así como la ladera de enfrente con la ascensión colgada del enlace con el Grimselpass es posiblemente la vista más intensa de una obra de ingeniería de caminos que haya visto nunca.
Sencillamente sobrecogedor. Otro de esos lugares de los que no me iría nunca.




Dejaremos el Grimsel para otro día, para poder ver la vista contraría desde allí hacia el Furka, que se promete igualmente espectacular, y seguiremos valle abajo hacia el Nufenen, o Passo della Novena.


Este parecía el coco del día. Con más de 1100m de desnivel en 12 kiómetros muy constantes, con buena parte de sus kilómetros por encima del 9% de media. Como encima fuera bonito, ya sería la bomba.

Ya prácticamente desde el inicio de la subida en Ulrichen se apreciaba lo que pensábamos que era la cima, una enorme presa y un descomunal aerogenerador en el collado más alto que se alcanzaba a ver, con una carretera que serpenteaba hasta ellos.

Pero a medida que subíamos se empezaba a intuir que la cima quedaría más a la izquierda. Aun así, veíamos la carreterita o camino que serpenteaba hasta la presa y nos estaba poniendo los dientes largos. Como estuviera asfaltado, allá que iríamos.





El cruce estaba casi en el último kilómetro, y aunque el firme no estuviera muy bien, estaba asfaltado. Un regalo de carretera. Muro de nieve a un lado, las vistas a la cima del Nufenen al otro, y al alcanzar la presa, de frente, el impresionante glaciar de Gries. Aquí también me quedaría a vivir.






Volvemos a la carretera de Nufenen y terminamos el kilómetro que nos quedaba. Menuda sorpresa de puerto. Qué dureza.



Ya solo pensamos en San Gottardo y en la pizza que nos vamos a calzar en Airolo para reponer fuerzas, el día está siendo intenso.
San Gottardo es una de esas subidas que desde que las ves en una fotografía te marcan para siempre. Cuesta creer que un puerto de estas características esté adoquinado completamente. Lo está en sus últimos 6 kilómetros y 24 herraduras como memorial a la laboriosa construcción de los diversos túneles y puentes tanto ferroviarios como de asfalto.





Desde poco después de Airolo ya hay algún tramo corto de granito, pero como digo, es a partir de los seis últimos cuando se empieza a sentir un traqueteo que da un encanto especial a la subida, herradura a herradura.
No podemos evitar parar unas cuantas veces para buscar las mejores fotos de este lugar.



De nuevo en Andermatt, aprovecho que Álvaro no se da cuenta de que acabamos de pasar junto a la furgoneta para que no nos quede otra salida que subir el último del día, el de regalo, el Oberalppass, limpio, ancho, de paisaje abierto, y con unas vistas al atardecer preciosas.




Empaquetamos bártulos rápidamente, y para Meiringen, cuartel general para unos cuantos días.

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