miércoles

Dolomitas 2011: Día 5

Óvaro - Cella - Tualis - Monte Crostis - Óvaro - Monte Zoncolán - Sutrio - Óvaro



Crostis + Zoncolan: Del Cielo al Infierno






Comencé a hacer cábalas sobre esta zona a través de algún artículo en una revista, así como a partir de la publicación de las etapas del Giro 2011. Si ya de por sí tenía a Zoncolan como a uno de los puertos más duros de los Alpes, y posiblemente de Europa, me parecía una auténtica animalada la previsión de subirlo justo después de un puerto de similares características, uno de esos descubrimientos que de vez en cuando surgen, el cercano Monte Crostis.


En ese momento nació el mito. Más aun desde el momento en el que por diversas causas, a última hora, el día de antes, se decide capar la etapa, eliminando el paso por Monte Crostis. No serviría esto nada más que para alimentar el monstruo. Ya estaba fuera de control.


Le di muchas vueltas a esta etapa, tanto antes como después del capítulo del Giro, he leído todo lo existente, he ojeado todos los mapas que caían por mis manos y me he empollado todas las cartografías de la red. Había algo de especial, de mágico en este trazado, no teníamos ninguna referencia personal, ni consejos sobre lo que nos podíamos encontrar, solo páginas y páginas de opiniones, eso sí, todas ellas con un fundamentos más o menos escasos. Precisamente ese “puntito”, ese “morbillo” hacia lo desconocido aumentaba la magia de este lugar.


Llegaríamos a Óvaro a lo largo del día de descanso tras la “jupa” de la Maratona. Parece que está ahí mismo, pero se tardan varias horas en aproximarse a estos preciosos pueblos de aire medieval y ambiente oscuro, gris, con rasgos y nombres más propios de países vecinos. Un encanto especial.


Tremenda fue la sorpresa cuando el regente del camping se interesó por las intenciones de ese grupo de españoles de aspecto desaliñado: “Zoncolan? Crostis? Seguidos y todo en un día??? Estáis completamente locos!!!” Efectivamente, empezaba a conocernos.


Hombre, vale que tampoco somos unos fieras, pero sí, nos íbamos a atrever. Por eso su exclamación hizo que me fuera hacia la parcelita con un pequeño sabor a duda en la boca, así que agarré todos mis mapas y me fui a charlar de nuevo con el pintoresco regente.


Me confirmó varías cosas que ya imaginaba, como que la subida a Monte Crostis estaba en buenas condiciones, que el Sterrato de los 7 kms de la cima estaban “transitables” y “sin mucho peligro”, que la bajada era estrechísima, serpenteante y bastante empinada, y que la subida a Zoncolán era sencillamente un infierno… nada que no supiéramos. De lo que sí tomé buena nota fue de su recomendación de bajar la cara B de Zoncolán, en lugar de bajar por la “heavy” por la que ascenderíamos, por el bien de nuestros frenos, nuestras bicis, y nuestra propia integridad física…


Con lo cual, la idea final de ruta sería, desde Óvaro, llegar a Tualis, desde donde se inicia la subida a Monte Crostis, hacer los 7,5kms de Sterrato de su cima, bajar por la vertiente de Ravascletto, volver a Óvaro, ecarar el Infierno de Zoncolan por Liariis, y bajada por Sutrio, de nuevo a Ravascletto, y para casa. La broma llegaba a los 3000m de desnivel en poco más de 70kms, rutas así se muestran muy pocas veces en la vida…


Tuvimos que escuchar los mismos calificativos de nuevo, por parte de un cicloturista holandés de ruta por la zona, también con su furgoneta, cuando nos contaba que no fue capaz de pasar del km 4 del “Kaiser”… entre él y el hombrecillo del camping hicieron que tampoco me fuera muy tranquilo a dormir.
Mi última frase antes de cerrar los ojos fue: “amiguetes, perdón por meteros en estos berenjenales”. De respuesta, el silencio.


Despertamos, manos a la obra.


Durante los primeros kilómetros de Monte Crostis, desde el pueblecito de Tualis, la imagen que nos da este puerto es similar a la de esta zona en general, una zona oscura, de bosque muy cerrado, casi asfixiante, y con una carretera intensa, muy intensa.








Poco a poco vamos llegando a la zona “más pintoresca” de la subida, igualmente intensa, pero con una sucesión de herraduras enlazadas, divertidísimas de dibujar pese al porcentaje, que en ocasiones hace que la bici se levante de manos.


Así poco a poco, llegamos a un final más relajado, perfecto para ir tomando aire para lo que enseguida se mostrará ante nosotros, la “panoramica delle vette”, que tantas veces he recorrido sobre mapas, de la que perfectamente sabía donde empezaba y donde terminaba la zona de Sterrato, pero no su estado, ni la sensación de vacío, siempre a mano derecha.


Tras una corta bajada, asfaltada gracias a Dios recientemente, por fin pisamos el ansiado Sterrato.


Todos teníamos la intriga de si al final sería o no transitable, ya que como dije, lo poco que habíamos visto en cuatro fotos, no nos hacía ser muy optimistas. Sin embargo en el camping si que nos lo pintaron como posible, si bien es cierto que partíamos ante ellos de un estado de majaretas perdidos, con lo cual aquello perdía credibilidad.






La realidad es que estaba bastante bien mantenido, en el punto justo para pasar por él… un invierno más, y seguro que no hay quien pase por allí. Hay que aprovechar esta oportunidad.


Este tramo, consiste en 7,5 kms prácticamente llanos, recorriendo una pala semicircular a media ladera, de extremo a extremo de la misma. Las vistas: unas praderas infinitas, un lugar grandioso. A la derecha, siempre un vacío, eso sí, con una sensación menor de peligro por las vallas de ski, que aun permanecían, instaladas por la organización del Giro de Italia, que quizá pudieran parecer algo exageradas ya que todos habremos pasado mil veces por puertos con muchísimo más nombre o tradición y con zonas muchísimo más expuestas. Seguro.




También hay que aclarar que no se trata de una bajada, como en tantos y tantos medios se advertía, la bajada propiamente dicha comenzaba tras el Sterrato, preciosa, estrecha, casi angosta, serpenteante, y muy rápida.


Menudo lugar.


Y del Cielo al Infierno, como bien indicaba un cartel en Óvaro. Ahora era el turno del coco, Zoncolan, el Kaiser, o directamente El Infierno. Tras unos kilometrillos para recuperarse de la bajada, entramos en Óvaro, con los primeros rampones, algún descanso de broma, llegada a Liariis, y a sus afueras, sí, esto se pone serio.



Pasamos bajo la famosa pancarta de “La Porta per L'Inferno”. A partir de aquí, solo una palabra: “Chepazos”.




Unos primeros 6 kilómetros siempre a unas medias de 15 y 16%, terribles, sin un solo descanso en ellas. Sin grandes rampas por encima de los 20%, vale, pero tampoco un solo tramo que rebajara mucho el 13%. Terrorífico. Sin ninguna duda la subida más dura que hayamos afrontado ninguno de los que allí estábamos.


Tras estos primeros kilómetros, la carretera se abre "algo" y relaja durante aproximadamente kilómetro y medio, con rampas al 8, al 9%, en la zona de sus famosos túneles. Y para terminar, un último kilómetro al 11%, para terminar con buen sabor de boca.




Qué dureza! Ya estamos arriba.Todos estamos de acuerdo según va llegando lo que queda de nosotros, es un infierno, nos ha encantado (como puede ser que dos expresiones opuestas vayan juntas...!).


La bajada, por donde nos recomendaron en el Camping, por Sutrio. Ups, peros si hay un repecho aqui! Ah, será para llegar a los 3000m de desnivel. Ah, pues no, si no termina, será para los 3100... Tampoco, para los 3200. Ya le va bien, 3200 metros de desnivel en poco más de 70 kilómetros!




Día Anterior Día Siguiente

2 comentarios:

  1. Pues sí Ernesto, ¡¡¡ menudo lugar y menuda crónica !!!
    Esto es ciclismo de altura y crónica de mucha altura.
    Si yo fuera el editor de la revista Ciclismo a fondo estarias fichado ya.

    Un millón de gracias.

    ResponderEliminar
  2. ¿Berenjenales? Creo que ya sabes que tengo una facilidad pasmosa para conciliar el sueño (y comer galletas). Además, a la rutita que nos habias preprado había que ir descansado, jeje!

    ResponderEliminar